¡Niño a la vista!

Si esto en vez de un blog de Meteorología fuera un periódico deportivo, la noticia haría referencia, con toda seguridad, a la reaparición de un famoso futbolista del Liverpool (ex rojiblanco para más señas). Como imagino que habrá pensado al leer el título, en este caso nos estamos refiriendo al fenómeno climático que periódicamente, aunque sin una fecha fija de aparición, irrumpe con fuerza en las aguas del Océano Pacífico, alterando los patrones atmosféricos en buena parte del planeta, con especial incidencia en el continente americano y en la franja tropical.

El Niño es la manifestación más clara de la relación que existe entre la atmósfera y el océano. En Meteorología, decimos que ambos componentes del sistema climático están acoplados. Cada cierto tiempo las aguas superficiales del océano Pacifico en su franja tropical, frente a las costas de Perú, se vuelvan más cálidas, ya que lo normal en esta zona es que fluya una corriente fría, en tiempos llamada corriente de Humboldt, en honor al geógrafo y naturalista alemán que a principios del siglo XIX hizo importantes estudios de campo en el continente americano. 

En una de sus últimas notas de prensa, el Centro de Predicción Climática de la NOAA avisaba de la inminente entrada en escena de un nuevo episodio El Niño, lo que alterará sin duda los patrones climáticos en buena parte del planeta. En dicha información se comentaba que “Durante el mes de junio de 2009, ocurrió una transición en las condiciones a través del Océano Pacífico ecuatorial de condiciones de ENSO-neutral a El Niño. Las anomalías en la temperatura de la superficie del mar ecuatorial (SST, por sus siglas en inglés), continuaban aumentando con las últimas desviaciones semanales excediendo +1.0 °C a través de una estrecha banda en el este del Pacífico ecuatorial (…)”

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La nota de prensa apuntaba también que, aparte de los cambios sintomáticos detectados en las aguas del Pacífico tropical, “los vientos alisios ecuatoriales en los niveles bajos de la atmósfera estuvieron más débiles de lo normal a través de gran parte de la cuenca del Pacífico y la convección se tornó aun más suprimida sobre Indonesia. Esta combinación del océano con la atmósfera demuestra el desarrollo de las condiciones de El Niño.”

“Los impactos esperados de El Niño durante los meses de julio-septiembre 2009 incluyen un aumento en la precipitación sobre partes del centro y oeste-central del Océano Pacífico, junto con la continuación de condiciones más secas de lo normal sobre Indonesia. Los impactos en la temperatura y precipitación sobre Estados Unidos son típicamente más débiles durante el verano del Hemisferio Norte y a principios de otoño, y se fortalecen generalmente durante la postrimería de otoño e invierno. El Niño, puede ayudar a suprimir la actividad de huracanes en el Atlántico aumentando el gradiente de vientos vertical sobre el Mar Caribe y el Océano Atlántico tropical.”

Al hilo de este último comentario, digamos que, como regla general, los años en los que tenemos El Niño (o como está ocurriendo ahora, empieza a manifestarse), la actividad ciclónica en el Atlántico tropical es más pequeña –el inicio de la  actual temporada de huracanes parece, efectivamente, avalar dicha afirmación–, mientras que los años en que tenemos La Niña (fase fría), ocurre todo lo contrario y aumenta la frecuencia e intensidad de los huracanes.

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