A la espera de que se celebre –a finales de año– la Conferencia del Clima de Naciones Unidas en Copenhague, la pasada semana tuvo lugar en Ginebra la Conferencia Mundial del Clima, organizada por la OMM, donde se empezaron a calentar motores. Lo que está aconteciendo en los últimos años en el Ártico, con una fusión de hielo ciertamente acelerada, centró el discurso de las principales autoridades asistentes a la cumbre, que no se anduvieron con medias tintas en sus discursos.
Tanto el Director General de Naciones Unidas –Ban Ki-moon– como el Presidente del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC, en sus siglas en inglés) –Rajendra Pachauri– hicieron especial hincapié en la gravedad de la situación, advirtiendo de forma reiterada que han de tomarse medidas urgentes para lograr frenar el calentamiento global. Ban Ki-moon instó a los gobiernos de toda la Tierra a acercar posiciones y velar por el interés común, pues según declaró: “Estamos pisando el acelerador y nos dirigimos al abismo”. Por su parte, Pachauri no se quedó atrás y sentenció que “la supervivencia de los humanos depende de un acuerdo climático”, avisando igualmente de que “el mundo cometerá un gran error si desaprovecha la oportunidad de la cumbre de Copenhague”.
En paralelo a estas declaraciones políticas, los científicos siguen publicando estudios que certifican la singularidad del actual deshielo en el Ártico. Uno reciente, publicado en Science, concluía que la temperatura en esa región en la década de 1990 alcanzó su nivel máximo de los últimos dos mil años. En la misma línea, otra investigación –en este caso publicada en Climate Dynamic– ponía de manifiesto que en la zona marítima que se extiende entre Groenlandia y las Svalbard, desde el siglo XIII nunca ha habido menos hielo que en el momento actual.
En estos últimos veranos estamos asistiendo a una disminución muy significativa del hielo flotante de la región. El mínimo de extensión –muy destacado– se alcanzó en el verano de 2007, al que siguió el de 2008 y todo apunta a que 2009 será el tercero en el ranking. Los científicos, además, están alertando reiteradamente sobre la fragilidad creciente de ese hielo, lo que se considera un síntoma más del calentamiento global.
Con independencia de cuál sea la responsabilidad nuestra en este asunto –materia actual de debate–, hay suficientes datos objetivos como para poder afirmar que lo que está aconteciendo en el Ártico es singular desde el punto de vista climático y está claramente relacionado con la subida de temperatura que está teniendo lugar en la región, lo que a su vez –con un alto nivel de confianza– se relaciona con la emisión a la atmósfera de gases de efecto invernadero.