El sábado pasado, en el espacio radiofónico “El tiempo del tiempo” (No es un día cualquiera, en RNE), abordé, junto a Pepa Fernández y al sociólogo José Juan Toharia (Director de Metroscopia) un asunto sobre el que no se tenían datos concretos hasta la fecha, como es el de la opinión de los españoles sobre las predicciones meteorológicas. Para poder ofrecer algunos resultados, Metroscopia efectuó una encuesta de opinión sobre el particular, aparte de los comentarios que recibimos de algunos escuchantes del programa.
Los pronósticos meteorológicos han mejorado mucho en las últimas décadas, ganándose cada diez años un día en su fiabilidad. El grado de acierto que teníamos en 1980 para predecir el tiempo del día siguiente, era el mismo que teníamos en 1990 para predecir a 2 días vista, en el año 2000 para la predicción a 3 días y en la actualidad para predecir el tiempo que hará dentro de 4 días.
Los escuchantes del programa dijeron confiar mucho o bastante en los meteorólogos españoles. La encuesta de Metroscopia arrojó los siguientes datos:
- al 67% de los encuestados les merecen mucha o bastante confianza
- al 26% les merecen poca confianza
- al 6% no les merecen ninguna confianza.
El porcentaje de confianza en el pronóstico es prácticamente idéntico al que se registra en EEUU, no encontrándonos diferencias en esta pauta de respuesta ni por sexo ni por edad, pero, curiosamente sí por orientación política. Quienes más confían en los meteorólogos son los votantes de IU (89%), seguidos de los del PSOE (70%) y de los del PP (62%).
A tenor de los anteriores resultados, la Meteorología es ya percibida como una ciencia “de verdad”, quedando desterrada en gran medida su condición de “saber popular” y esa idea tan arraigada de que se trata de un arte adivinatorio. Los fallos en el pronóstico forma parte de las reglas del juego (la atmósfera es un sistema caótico), si bien el mayor esfuerzo que ha de realizarse en los años venideros debe ser el de buscar las fórmulas más adecuadas para comunicar bien a la ciudadanía los pronósticos, ya que los modelos en los que se sustentan han alcanzado un grado de calidad muy grande. Si los comunicadores conseguimos trasladar ese pronóstico de forma eficaz a los usuarios de información meteorológica, habremos conseguido reducir un poco más la percepción de fallo, bastante extendida aún entre la gente.