Las temperaturas vuelven a subir este fin de semana en la mayor parte de España, tras la bajada experimentada debida a las precipitaciones y a los fuertes vientos de los últimos días. Por ahora, los modelos de predicción no prevén a corto-medio plazo una entrada de aire lo suficientemente frío como para lograr hacernos cambiar el chip y que guardemos definitivamente la ropa de entretiempo en el armario.
A la espera de ese frío, que antes o después llegará, le propongo abandonar por un momento la Tierra y dar un salto a la luna, nuestro satélite natural, donde recientemente se ha confirmado la existencia de zonas donde la temperatura baja hasta casi los -240 ºC.
El que haga frío en la luna no es algo que deba sorprendernos, dado que es un cuerpo que carece de atmósfera (salvo algunas pequeñas trazas en pequeñísimas proporciones de algunos gases que hay presentes sobre su rocosa superficie). En realidad sobre la superficie lunar se dan enormes contrastes de temperatura entre el día y la noche. En las zonas iluminadas por el sol la temperatura media es de 107 ºC, mientras que en las de sombra baja hasta los -153 ºC, también en promedio. Hay lugares (el fondo de algunos cráteres) donde nunca llega la radiación solar donde la temperatura es mucho más baja, pero no se pensaba que tanto como ahora se ha podido comprobar.
El LRO (Lunar Reconnaissance Orbiter) de la NASA, que es una nave no tripulada con la misión de trazar un mapa muy detallado de la Luna, ha cosechado ya sus primeros datos. Uno de los siete instrumentos a bordo está haciendo el primer estudio global de la temperatura de la superficie lunar mientras la nave está en órbita a unos 50 kilómetros de altitud sobre la superficie de nuestro satélite natural. Las mediciones revelan muy detalladamente el comportamiento térmico de la superficie.
Lo más notable es la serie de mediciones de temperaturas extremadamente bajas dentro de las zonas permanentemente a la sombra existentes en grandes cráteres de impacto ubicados en la región del polo sur (ver figura de abajo). Durante el día lunar, en porciones de estos cráteres se han registrado temperaturas mínimas de -238 ºC. Estas temperaturas están entre las más bajas medidas en el Sistema Solar.
Después de décadas de especulación, estas mediciones constituyen la primera confirmación de que estos extraños lugares, permanentemente oscuros y gélidos existen en nuestra luna. Su presencia aumenta grandemente las probabilidades de que allí se conserve agua, retenida en el terreno al estar en forma de hielo. De igual modo, otros compuestos pueden haber sido retenidos en forma sólida en esos puntos.
Las temperaturas en estas regiones son lo bastante bajas como para mantener solidificada y atrapada al agua, así como a otros compuestos más volátiles, durante extensos períodos de tiempo. Las temperaturas de la superficie de la Luna están entre las menos homogéneas de cualquier cuerpo planetario en el Sistema Solar. Al mediodía, cerca del ecuador lunar, superan la del agua hirviendo (100 ºC al nivel del mar), mientras que durante la noche llegan a ser casi tan frías como la del oxígeno líquido congelado.
FUENTE: www.amazings.com