El título que he puesto a esta nueva entrada quizás le pueda llevar a engaño, ya que no hablaré de muertes por congelación ni de episodios de frío y nieve con fatales consecuencias. Me referiré a algo que justamente a partir de estas fechas, en que la estación invernal entra en su recta final, se convierte en algunos lugares en la causa de muchos sustos y de alguna que otra víctima mortal. Con la tímida subida de temperaturas que tiene lugar con la llegada de la primavera en los países más fríos, la caída de carámbanos de los aleros de los tejados constituye un serio peligro para los viandantes.
La formación de esas agujas de hielo es el resultado de la combinación de las nevadas y el intenso frío. Cuando se produce una intensa nevada, una gruesa capa de nieve se acumula en los tejados de las casas. Las bajas temperaturas reinantes –sobre todo las nocturnas– de bastantes grados por debajo de cero, se encargan de congelar los hilillos de agua líquida que discurren por el tejado, bajo el manto de nieve que actúa como una capa aislante. El resultado de todo ello es la formación de esas estalactitas de hielo, a veces de gran tamaño, que, aparte de carámbanos, reciben nombres muy curiosos y descriptivos –dependiendo de las zonas de España– como chupones, churros, calamocos, chapiteles, candelizos… y un largo etcétera.
Hace un par de días leía una divertida crónica de Daniel Utrilla, corresponsal de El Mundo en Moscú, titulada “El deshielo ruso está que muerde”, de la que me permito reproducir algunos fragmentos:
“Con el despuntar de la primavera, a los balcones de Moscú le salen todos los dientes. No son dientes de león, sino colmillos de tigre (de tigre de dientes de sable), pavorosas estalactitas puntiagudas que penden de aleros, cornisas, tejadillos y demás encías arquitectónicas. Cónicos y afilados como incisivos de Nosferatu, los carámbanos crecen estos días con frenesí licantrópico, pero se caen como dientes de leche.”
“Decenas de víctimas colaterales por ‘mordedura’ de estalactita han sido hospitalizadas a lo largo de la última semana. Son tridentes que caen del cielo. Rejonazos traperos. Millones de espadas de Damocles en busca de nuca. Picotazos de pterodáctilo. Colmillos de Drácula con vocación de estaca. Las rebabas del diablo.”
(…) “Duchos en el arte de romper el hielo, cientos de operarios desdientan estos días las estalactitas, rasuran el peligroso flequillo de Frankenstein que festonea las cornisas, en una maniobra si cabe tan peligrosa para el viandante despistado como el desprendimiento natural de los estoques de hielo.”
“El peligro de descalabro y el de caída sobre hielo caminan de la mano por las aceras heladas de Moscú, recubiertas la mayoría por placas de hielo pulido que los operarios del sector machacan con espátula con ensañamiento de picador.
“Un paseo por determinadas zonas de Moscú es hoy lo más alejado a transitar por el idílico camino de baldosas amarillas del Mago de Oz. Entre otras cosas, porque exige al viandante una pericia visual propia de juez de línea, necesaria para mirar de reojo las estalactitas mientras se vigila el suelo, de igual modo que los linieres desdoblan su mirada hasta los bordes mismos del estrabismo para atender al balón y al último defensa.”
“¿Qué es más peligroso: caer y romperse la cadera o ser trepanado por un témpano? Yo, preferentemente, me quedo con lo primero: siempre será mejor morder el polvo (de nieve) que dejarse morder el colodrillo.”
“Un pequeño garbeo por las aceras intransitables del deshilo bastará para que a uno le entre complejo de Mario Bross, obligados como estamos a superar obstáculos de toda índole, a caminar de puntillas evitando patinar sobre placas de hielo y a sortear los charcos de barro-nieve sin perder nunca de vista a los carámbanos o pedruscos de hielo que acechan en lo alto.”
(…) “Los transeúntes heridos por la ‘ruleta rusa’ de los carámbanos, se cuentas por decenas en todo el país. El sábado una mujer murió en San Petersburgo descalabrada por un témpano de hielo cuando caminaba ante el edificio del ministerio del Interior. Otros tres peterburgueses se encuentran hospitalizados en estado grave tras resultar mordidos por la dentadura postiza del deshielo ruso. Este año el número de afectados podría crecer como bola de nieve debido a las copiosas nevadas registradas la pasada semana tanto en la antigua capital zarista (las mayores desde 1881) como en Moscú, donde no caía tanta nieve desde 1966.”