Hace algunos días leía en la edición digital de un periódico una de esas noticias de ciencia que diariamente aparecen en la red, y a las que no suele prestarse demasiada atención, a pesar de su importancia. La información se hacía eco de una reciente investigación oceanográfica en la que, gracias al trabajo llevado a cabo por un equipo de científicos japoneses y australianos, se ha podido determinar la existencia de una enorme corriente submarina, hasta ahora desconocida, que desaloja agua muy fría desde la Antártida hacia el océano Índico a profundidades de entre los 3.000 y 4.500 metros. Se trata, además, de una de las mayores corrientes oceánicas que se conocen hasta la fecha, lo que permitirá, sin duda, avanzar en nuestro conocimiento del clima global, ya que dichas corrientes profundas oceánicas son los verdaderos termostatos del planeta.
El estudio fue publicado en la prestigiosa revista Nature Geoscience, y en él se describe la dificultad que ha tenido la campaña de observación, ya que se tuvieron que utilizarse sondas capaces de alcanzar los fondos abisales (varios miles de metros de profundidad) y de medir a diferentes profundidades las variables temperatura, salinidad y velocidad. Los investigadores de la Universidad de Hokkaido (Japón), capitaneados por el científico japonés Yasushi Fukamachi, detectaron la corriente fluyendo sobre la meseta submarina de origen volcánico Kerguelen, en las proximidades de la Antártida (en las dos figuras siguientes podemos ver la topografía de la citada meseta y la localización sobre un mapa del archipiélago de las Kerguelen.
A la vista de los datos recogidos, la corriente presenta un caudal de unos 8 millones de metros cúbicos de agua por segundo, lo que representa un volumen cuatro veces mayor que el registrado en otras corrientes antárticas. Dicho volumen sería equivalente al de 40 ríos Amazonas. Se trata de la corriente oceánica más densa y profunda de todo el mundo, lo que sin duda desempeña un papel muy destacado en el sistema climático (transporte de calor y ciclo del carbono). En palabras de Steve Rintoul, uno de los autores del estudio, la corriente, aparte de ser muy densa (el agua apenas tiene una temperatura de 0 ºC y si no se hiela es debido a su contenido de sales), es rica en oxígeno.
La invito a leer un artículo que publiqué hace cuatro años sobre el importante papel que desempeñan las corrientes oceánicas en el clima de nuestro planeta: