Hace algún tiempo llamó mi atención una noticia que tenía a las nubes como protagonistas. Entre las frases que se destacaban de la misma, una de ellas despertaba mi curiosidad: “Las nubes se comunican entre ellas, de forma parecida a los grillos con su canto o las luciérnagas con sus fogonazos en una noche de verano”. Tan sorprendente revelación quedaba justificada al leer la información completa que paso a comentar.
La noticia, reproducida en varios periódicos y boletines de noticias de Internet, se hacía eco de un comunicado de la Administración Oceánica y Atmosférica de los EEUU (NOAA), donde se adelantaban las principales conclusiones de un estudio llevado a cabo por varios científicos de esa institución, recientemente publicado en la revista Nature. El citado estudio revela que las masas nubosas que se forman sobre los océanos adoptan un patrón de organización que los investigadores equiparan al movimiento de una bandada de pájaros o de un sistema de dunas. “Siguen los principios de los sistemas autoorganizados; espontáneamente forman estructuras dinámicas y coherentes que tienden a repararse a sí mismas y se resisten a los cambios”, comentaban desde el Laboratorio Nacional del Noroeste del Pacífico de EEUU, que también ha participado en el trabajo.
Cualquier pasajero en un avión, dicen los investigadores, habrá observado que las nubes sobre el océano forman una estructura con aspecto de edredón. Bajando de escala, las estructuras a modo de parches que forman esa colcha algodonosa, con tendencia a formar una malla hexagonal, se dividen entre las que están rellenos de nube (“células cerradas”) y las que dejan huecos (“células abiertas”) con un aspecto similar a un panal de abejas. Estos mantos nubosos que se extienden sobre grandes extensiones de la superficie marina son nubes del género estratocúmulo.
Empleando complejos modelos informáticos y datos recogidos desde barcos que han navegado bajo dichos mantos de estratocúmulos, los autores del estudio han descrito la evolución de esos panales de nubes, su formación y su dinámica. Se trata de una estructura dinámica que va cambiando con el paso del tiempo, de manera que donde en un momento determinado hay un hueco de una celdilla, algo después tendremos una pared nubosa del panal, y viceversa. Según los responsables del estudio, la lluvia y las corrientes convectivas que se generan en las celdas que forman el panal son las responsables de transmitir ese patrón nuboso a lo largo de toda la estructura, cambiando a lo largo del tiempo pero manteniendo la misma forma global.
Al caer la lluvia se disipan las nubes y el aire se enfría en su recorrido, generándose corrientes de aire descendente que chocan entre sí, expandiéndose hacia los lados y virando en sentido ascendente. El aire de la superficie, calentado por el sol a través de los huecos de las celdillas, asciende y forma nubes que forman paredes verticales donde no las había. Con estos mecanismos se van haciendo y deshaciendo nubes continuamente en la estructura del panal. “Los elementos de los campos de nubes se organizan de tal forma que se comunican unos con otros y provocan episodios regulares de lluvia”, explica el físico de la NOAA Graham Feingold. ”Las nubes en este tipo de sistemas llueven casi al unísono”, añade.
Este importante descubrimiento no sólo ayudará a comprender mejor la Meteorología, sino que contribuirá al estudio del cambio climático. No hay que olvidar que los océanos cubren la mayor parte de la Tierra, y que dependiendo de cuál sea la cobertura nubosa una mayor o menor cantidad de radiación solar es reflejada hacia el espacio.