El primer gran temporal del otoño en el Mediterráneo no se ha hecho esperar. La formación de una chiquita pero matona borrasca, de características ciertamente singulares, en las inmediaciones del archipiélago balear, provocó unas olas enormes y vientos muy intensos, amén de lluvias torrenciales en algunos lugares, lo que ha hecho que en más de un medio de comunicación compararan esa borrasca con un pequeño huracán. Lo cierto es que las borrascas que se forman sobre las cálidas aguas mediterráneas presentan algunos rasgos similares al de los ciclones tropicales, salvando las distancias.
A estos ciclones se les bautizó hace algunos años como “Medicanes”; término que resulta de la fusión de las palabras inglesas Mediterranean y Hurricane. La fuerte convección que tiene lugar en el seno de estas borrascas, provocada en buena medida por el elevado contenido de humedad que contiene el aire en esta época del año sobre las cálidas aguas mediterráneas, acelera la ciclogénesis, llegando incluso a formarse durante algunas horas un pequeño “ojo” en la parte central de la estructura (ver imagen superior), recordándonos su imagen desde el Meteosat a la de un huracán en miniatura.
La subida de nivel del mar, ayudada por las grandes olas que generó en torno suyo el Medicane, ha tenido un efecto devastador en kilómetros y kilómetros de playas, tanto de Baleares como del arco mediterráneo que va desde las costas de Cataluña hasta el litoral de Murcia. Los millones de euros que se gastan todos los años en regenerar artificialmente muchas playas de nuestro litoral, de poco han servido, pues el mar, en menos de 24 horas, se ha engullido playas enteras, anegando no pocos paseos marítimos y bajos de construcciones cercanas, lo que, una vez más, deja grandes pérdidas económicas.
Una y otra vez la Naturaleza se encarga de decirnos que esta ahí y que no podemos darle la espalda y presumir orgullosos de que la dominamos. Somos vulnerables a muchas de sus manifestaciones, especialmente a las de tipo meteorológico. En un escenario de crisis económica como el actual, los destrozos provocados por este temporal serán especialmente dolorosos para las arcas de papá Estado, lo que repercutirá en nuestros bolsillos. Lo peor de todo es que no será el último episodio meteorológico adverso que nos “regale” el otoño.