Estoy con Sergio Alonso

Esta mañana, leyendo la edición digital de El País, me topé con un interesante artículo de opinión titulado “No diga calentamiento global”, que firmaba Sergio Alonso Oroza, catedrático de Física de la Tierra de la Universidad de las Islas Baleares y profesor visitante en la Universidad de Lisboa. Una voz, sin duda, muy autorizada en nuestro país para hablar sobre cuestiones relacionadas con el clima.

El citado artículo era una llamada de atención sobre el abuso y uso indebido que a menudo se hace en los medios de comunicación del término “calentamiento global”. Le invito a leer el artículo completo. Estoy básicamente de acuerdo con lo que en él expone el autor.

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TEXTO ÍNTEGRO DEL ARTÍCULO:

El término “calentamiento global”, que ha cuajado tanto en los medios de comunicación, en el mundo de la política, a nivel popular y, por qué no decirlo, también entre los científicos, me hace reflexionar acerca de lo que realmente significa y si realmente se está utilizando correctamente.

Lo primero que hay que exponer es que el término original, global warming, fue introducido por un científico, Wallace S. Broecker, hace ya bastantes años en el artículo Climate Change: are we on the brink of a pronounced global warming? publicado en la prestigiosa revista Science allá por 1975. Seguramente Broecker no se imaginó en su día lo que parte del título de ese artículo llegaría a representar. Cuando el año pasado ganó la primera edición del ya prestigioso premio de la Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento, en su categoría de Cambio Climático, con sus primeras declaraciones comentó que sería una lástima que se le fuera a recordar únicamente por haber acuñado ese término. Y tiene razón; su obra es muy extensa y de gran calidad, lo cual fue valorado por el jurado -del que tuve el honor de formar parte-, y le llevó a conseguir el premio frente a una impresionante constelación de competidores.

El primer comentario que me viene a la cabeza es lo mal que, en este contexto, “asimilamos” en castellano la palabra “global”. Se trata de un calificativo de globo (por supuesto referido al planeta Tierra). Su sinónimo más próximo sería “mundial” y el significado en calentamiento global lleva implícito un valor medio, un promedio, ya que es imposible que el mundo se caliente por igual en todas sus partes. Sería absurdo pensar que el planeta tenga un rico mosaico de climas y que, por arte de magia, fueran a cambiar todos de la misma forma. El siguiente comentario hace referencia a la propia medida de la temperatura. Cuando se dice que la temperatura en Lisboa es de 14,5° C se interpreta, sin excepción y correctamente, que esa temperatura corresponde al aire cerca del suelo. Volviendo al objeto del término que origina mi comentario, debería entonces interpretarse como “calentamiento medio mundial del aire cerca del suelo”. Ya entiendo que cambiar a estas alturas la interpretación que se hace de calentamiento global es imposible y por esa razón propongo su eliminación del lenguaje ordinario. A sabiendas de que voy a tener poco éxito con mi propuesta, insisto, deberíamos quitarnos de encima ese calentamiento global.

El problema es que dar una alternativa también es difícil, pero lo voy a intentar, al menos. Empiezo por reconocer que la insistencia del IPCC en utilizar la temperatura para hablar del cambio climático, cuando resume sus informes de evaluación con el fin de llegar a los responsables de las políticas, a los medios de comunicación y a la sociedad en general, ha favorecido el uso indebido del término calentamiento global. Un cambio de clima en el planeta Tierra afecta a otras muchas variables -precipitación, viento, humedad, nubosidad, etcétera-, no sólo del aire en las capas bajas, y no sólo a sus valores medios sino también (y esto es muy importante) a su variabilidad tanto temporal como espacial. Miren, la temperatura, por ejemplo, ya que estamos con ella, no tiene por qué aumentar lo mismo siempre y en todo lugar. Incluso podría disminuir en algún lugar y en algún momento. Curiosamente, ese “siempre y en todo lugar” es lo que muchas veces se toma como única acepción de “global” y eso es simplemente indebido.

Lo que propongo es utilizar como alternativa “cambio climático”, pero con una condición. Mi análisis vuelve a estar centrado en el término en inglés de donde ha derivado su incorporación a nuestro lenguaje. Se habla en los documentos oficiales originales de climate change, no de climatic change, lo que ocurre es que se añade que está referido a su origen en la actividad humana. Posiblemente la traducción mejor hubiera sido cambio de clima, y añadir, de origen antrópico, pero esto también es imposible de cambiar. Así se estaría cumpliendo con el hecho de que el clima en la Tierra siempre ha cambiado (de forma natural) y con la situación problemática actual de estar haciéndolo como consecuencia de la actividad humana.

Una de las manifestaciones del cambio de clima de origen antrópico, o cambio climático, es la tendencia positiva observada en la temperatura media del aire junto al suelo, pero eso sólo es una de las manifestaciones. Por hacer un pequeño resumen, ese calentamiento es mayor en las regiones polares y sobre los continentes que en el resto; la temperatura media de la estratosfera presenta tendencia negativa; los patrones de viento están cambiando, lo mismo que el régimen mundial de precipitación, con un incremento medio; la humedad media está aumentando; los ciclones tropicales atlánticos están siendo cada vez más potentes; se están fundiendo los hielos continentales; se está elevando el nivel medio del mar… y otras muchas cosas.

Hoy día sabemos que todo eso es consecuencia de la actividad humana y que dicha actividad, de continuar, acentuará mucho más lo que ya hemos observado. Si quieren, a todo eso le pueden llamar calentamiento global, yo prefiero llamarle cambio climático, que resulta más corto y cómodo de decir que cambio de clima de origen antrópico del planeta Tierra. Eso, al fin y al cabo, es lo que significa.

FUENTE: www.elpais.com

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