Mangas mediterráneas

La semana que hoy termina nos deja para el recuerdo unas excepcionales tormentas en el Mediterráneo Occidental, que afectaron de lleno a diferentes zonas de nuestro litoral. Los turistas, que ya por estas fechas pasan sus vacaciones de verano por las playas levantinas, se vieron afectados por un tipo de tiempo más propio de los meses otoñales, lo que sin duda les causó incredulidad, al ver llover de forma torrencial al más puro estilo de la periodística “gota fría”. El sol y el calor no volvieron a restablecerse hasta el fin de semana, de forma muy marcada durante la jornada de hoy domingo.

La situación más excepcional, y lo que me ha animado a escribir esta nueva entrada en el blog, aconteció la mañana del pasado miércoles, 8 de julio de 2009,  frente a la playa de Terranova de Oliva, cerca de Gandía, en la comarca de La Safor (sur de la provincia de Valencia); una zona que cuenta con un largo historial de “sobresaltos” de tipo meteorológico. De un gran sistema tormentoso, que en ese momento se extendía desde la zona del Golfo de Valencia hasta las Islas Baleares, se descolgaron no menos de 10 trombas marinas –llamadas también mangas– y desfilaron sobre el mar, cerca de la orilla,  ante la atónica mirada de la gente de la zona.

tromba-marina1

A pesar de que las mangas apenas duraron 5 minutos, no faltaron las personas que, videocámara en mano, grabaron tan singular espectáculo natural, colgando poco después los videos en youtube, lo que sirvió de apertura a no pocos informativos y espacios del tiempo de ese mismo día. Lo cierto es que existe un gran debate en la actualidad sobre si este tipo de fenómenos severos son ahora más frecuentes que antes, o es sólo una consecuencia del reporterismo a pie de calle tan de moda de un tiempo a esta parte. Hoy en día, cualquiera lleva a mano una cámara digital integrada en su teléfono móvil, y ante cualquier situación –meteorológica o no- que le sorprenda, queda un documento gráfico que rápidamente circula por Internet y es capaz de llegar a millones de personas en todo el mundo. No es fácil saber si el aparente aumento de los tornados o mangas marinas en un país como España es una consecuencia de la era digital en la que vivimos inmersos o realmente es un claro indicador de la fase cálida que está atravesando el planeta, lo que los científicos relacionan con las emisiones a la atmósfera de gases de efecto invernadero.

[youtube]l6YACC2sVGI[/youtube]

En una crónica del periódico regional “Las provincias” se comentaban algunas cosas más de interés acerca de este singular episodio de mangas marinas. En concreto, citando como fuente al Centro Meteorológico Territorial de la AEMET en Valencia, se decía que este tipo de fenómenos son “bastante frecuentes”.

“La Conselleria de Gobernación decretó hoy -8 de julio- la Preemergencia por fuertes lluvias en el litoral sur de la provincia de Valencia y litoral norte de la provincia de Alicante, ya que se esperaban chubascos que podrían ser localmente fuertes o muy fuertes en dichas zonas, según informaron hoy fuentes de la Generalitat. Como consecuencia de las precipitaciones caídas a lo largo de la madrugada, las estaciones de control de la provincia de Valencia recogieron, a partir de las 2.00 horas, cantidades de lluvia que llegaron a los 33 litros por metro cuadrado de Viveros, en la ciudad de Valencia, mientras que en el litoral sur de la provincia, desde la capital a la comarca de la Safor, las precipitaciones recogidas oscilaron entre los 20 y los 40 litros.
En localidades como Benifaió, Cullera o Sueca se recogieron 43, 23 y 25 litros por metro cuadrado respectivamente. Las precipitaciones, que afectaron únicamente a las comarcas del litoral y desde Sagunto se desplazaron al sur de Valencia, fueron de intensidad fuerte y a media mañana se dirigían al mar, según la misma fuente.”

En la localidad, también valenciana de Tavernes de la Valldigna las cantidades recogidas en apenas 12 horas se acercaron a los 70 mm, lo que da idea del carácter torrencial de la precipitación y la singularidad que supone tener un episodio de estas características a las puertas de la canícula.

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Gotas a la carrera

A diferencia de lo que ocurre en el vacío –en ausencia de aire–, en que los objetos, con independencia de su forma y masa, caen a la misma velocidad, en la atmósfera, donde existe la fricción con el aire, cualquier objeto que caiga se va acelerando hasta alcanzar una velocidad límite denominada velocidad terminal. Para una paracaidista en caída libre esa velocidad es de unos 200 km/h. La velocidad terminal depende de la forma del objeto (no es lo mismo un paracaidista con el paracaídas cerrado que abierto) y de la masa del mismo. Cuanta más masa tiene el objeto mayor es su velocidad terminal.

En el caso concreto de las gotas de lluvia –esféricas en su caída y no con forma de lágrima como suelen representarse–, uno esperaría que las más grandes, y por tanto las más pesadas, tuvieran una mayor velocidad terminal. Sin embargo, los especialistas encargados de medir estas cosas se sorprendieron al comprobar que las gotas pequeñas al llegar al suelo lo hacían a una velocidad superior a la terminal. En un principio se achacó este resultado a un error en las medidas efectuadas, quedando la cuestión abierta desde hace años e intrigando a los expertos. Recientemente, científicos de la Universidad Tecnológica de Michigan (MTU), en Houghton, y de la Universidad Nacional de México, han encontrado pruebas de que el fenómeno es real.

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Durante tres años han estado recopilando datos sobre la velocidad y el tamaño de nada menos que 64.000 gotas de lluvia caídas en México DF en ausencia de viento. Para esta tarea usaron sistemas ópticos de medida, sistemas de análisis de partículas y sistemas recolectores. Además, crearon un algoritmo computacional ad hoc para analizar estos datos.

Los investigadores han descubierto que algunas gotitas, a las que llaman “gotas superterminales”, tienen velocidades superiores a la velocidad terminal propia en función de su tamaño (o masa). Así por ejemplo, se calcula que una gota con un diámetro de 100 micras tiene una velocidad terminal de 30 cm/s, pero estos investigadores encontraron gotas de ese tamaño viajando a 3 ó 4 m/s. Estos resultados los han publicado en Geophysical Research Letters (13 de junio).

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Los responsables del estudio han propuesto un modelo conceptual para justificar los resultados obtenidos. Piensan que las gotas superterminales se forman cuando gotas más grandes colisionan y se rompen en varias gotitas que llevan la misma velocidad que la gota progenitora. A medida que la lluvia cae con mayor intensidad, la fracción de gotas pequeñas aumenta, en detrimento de la de gotas grandes, que disminuye. Esto es consistente con la explicación de la ruptura de gotas grandes veloces rompiéndose en gotas pequeñas por encima de su velocidad terminal.

El hallazgo, más allá de la simple curiosidad, tiene implicaciones prácticas. Los modelos de predicción del tiempo atmosférico dependen de simplificaciones sobre cómo las gotas de lluvia crecen o se mueven en su caída, por lo que un mejor entendimiento de este tipo de procesos, en los que las gotas interaccionan entre sí, puede mejorar los modelos y hacer que estos sean más fiables. Por ejemplo, todos los modelos asumen que las gotas caen a su velocidad terminal correspondiente y ahora se sabe que eso no es verdad.

FUENTE: NeoFronteras

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Las quejas de los hosteleros

Se han convertido ya en una tradición. Con la llegada de las vacaciones de verano y también de Semana Santa, los hosteleros y comerciantes del Cantábrico suelen arremeter contra las predicciones meteorológicas y por ende contra los meteorólogos, si bien sus críticas van especialmente dirigidas a los espacios del tiempo de televisión. El problema es principalmente de comunicación, ya que resumir con apenas 3 ó 4 símbolos en un mapa, el tiempo que se espera durante la jornada en el área cantábrica, es poco menos que imposible, y cualquier intento en ese sentido está condenado al fracaso. Aunque las críticas llevan parte de razón en su planteamiento, a menudo son desproporcionadas y muy selectivas, ya que se olvidan de forma sistemática de los aciertos del pronóstico y se magnifican los fallos.

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Copio aquí una noticia aparecida el pasado viernes, 3 de julio de 2009, en La Voz de Galicia:

“Comienza el verano y como cada temporada los hosteleros de A Mariña de Lugo se preparan para asumir una suerte de mal inevitable: las predicciones meteorológicas equivocadas en las televisiones de ámbito nacional, generalmente hablando de lluvias o nubarrones cuando la realidad es que el sol luce en todo lo alto. Ha empezado julio y la situación se repite. Pero el miércoles, cuando el sol pegaba como pocos días, se colmó el vaso de la paciencia y la asociación de comerciantes de Ribadeo decidió tomar cartas en el asunto. Ayer, curiosamente un día de calor pegajoso pero sin sol, los empresarios anunciaron que enviarían una queja a todas las televisiones para pedirles que fuesen más precisas en sus predicciones. La misiva, en rigor, debería enviarse también a la Agencia Estatal de Meteorología, que es la fuente de la que toman los datos la mayoría, sino todas, las cadenas.

Tanto la asociación de comerciantes de Ribadeo como el Centro Comercial Aberto (CCA) expresan su indignación por el daño que ocasionan las predicciones. «Nos influyen negativamente en las reservas que se pueden hacer estos días y, como consecuencia, también en las ventas, y no están los tiempos para permitirse estos lujos», dicen. Y añaden: «Estamos hartos de una situación que se repite año tras año; parece que el buen tiempo está solo en el sur, en el Levante y en las islas. Hay que decirles a los que elaboran esas previsiones que en Ribadeo y en la costa de Lugo también tenemos jornadas de sol y de calor, como se ha demostrado estos días». Además de mayor precisión, la patronal y el CCA ribadense también reclaman para el norte el mismo trato que reciben otras zonas de España: «Estos días estamos viendo conexiones en directo sobre el calor bochornoso que están sufriendo algunos puntos del país y el martes en Ribadeo llegamos a los 27 grados de temperatura a la sombra y los termómetros superaron los 30. Esta información también es noticia, ¿o no?», dicen.

Permanente nube encima

Un error en la predicción en un puente festivo tiene unas consecuencias nefastas para las zonas turísticas. Y la costa de Lugo lo es. Por ello, se quejan: «Siempre nos colocan una nube encima. Con eso nos está haciendo un daño tremendo». Una prueba de ello quizás se pueda ver en los próximos días. Dice la asociación de comerciantes y el CCA de Ribadeo que las previsiones que manejan les hacen pensar que será un fin de semana sin lluvia. Sin embargo, en la web de la Agencia Estatal de Meteorología se anuncia lluvia para hoy en Ribadeo; nubes y claros, el sábado y el domingo; nubes el lunes, y nubes y claros el martes y miércoles.

Algo más benévola, en la web de MeteoGalicia se mantiene la predicción de nubes y claros hasta el domingo inclusive, con temperaturas entre los 14 grados centígrados de mínima el domingo y los 24 de máxima el viernes. Parece una constante: ante la duda, nubes y claros en A Mariña de Lugo. La explicación quizás haya que buscarla en la orografía de la comarca. Al estar protegida por una zona montañosa y el cabo de Estaca de Bares y con el efecto atenuante del mar, no es raro que el tiempo en la costa sea totalmente diferente del que hace apenas unos kilómetros al interior. Las diferencias llegan a ser notables a una misma hora incluso entre municipios próximos con costa, de Foz a Ribadeo o de Viveiro a Foz. ¿Cómo acertar así? Ahí está el problema.”

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Huevos de gallina

Si en la anterior entrada de esta bitácora nos referíamos a un huevo para identificar el curioso capuchón nuboso que coronaba el penacho  de un volcán, en esta ocasión volvemos a referirnos a él, ya que ese fue el tamaño que llegaron a alcanzar algunas de las piedras de granizo que dejó una tormenta en Vitoria el pasado miércoles. Según la crónica que se publicaba al día siguiente en la edición digital de El Correo: “La brutal tormenta no avisó. Sólo unos truenos aislados, mal presagio, dieron una pista de lo que ocurriría sólo unos segundos antes de que el cielo se desplomase. Y sólo unos minutos, entre las cinco y cinco y media de la tarde, fueron suficientes para que la brutal granizada reventase las lunas y abollase la chapa de cientos de coches; desgarra árboles; rompiera claraboyas; destrozara farolas; saturara sumideros, paralizara el tráfico y hasta detuviera el servicio de tranvía. Miles de vitorianos asistieron impotentes al capricho meteorológico que dejó millones de euros en daños materiales, aunque no heridos de importancia. Poco importa si el granizo tenía el tamaño de pelotas de ping pong, de tenis o de futbolín, debate presente en cada esquina de la ciudad hasta bien entrada la noche.”

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En los menos de 2 meses que llevo al frente del blog, es ya la segunda vez que escribo sobre una granizada excepcional ocurrida en España –la anterior ocurrió por tierras riojanas el pasado 24 de mayo–, lo que sumado a otros episodios meteorológicos extremos y singularidades o anomalías climáticas, parece encajar en lo que desde hace años nos vienen pronosticando los expertos del clima: el previsible aumento de la frecuencia e intensidad de ese tipo de eventos.

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Dejando a un lado esa posible “conexión climática”, el fenómeno tormentoso en sí capaz de generar unos granizos de estas dimensiones es digno de estudio o, al menos, de un breve comentario aquí.

Todas las tormentas generan granizos en su interior; esto es posible gracias a los potentes ascensos de aire que dominan la célula tormentosa durante la primera mitad de su ciclo de vida. Solamente las tormentas severas; aquellas que son el resultado de lo que se conoce como “convección profunda”, son capaces de generar en su seno granizos lo suficientemente grandes como para llegar al suelo como tales y no como gotas grandes de agua –mezcladas con pequeños granizos en muchos casos–. En el caso de la tormenta vitoriana, los desarrollos verticales fueron muy importantes, lo que dio lugar a piedras de hielo de tamaño excepcional. La violencia con la que algunas de esas piedras se golpean entre ellas en el seno del cumulonimbo, así como las enormes presiones que soportan durante su caída, dan como resultado la forma aplastada mostrada en las fotografías.

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Huevo escalfado

La capacidad de sorpresa de los fenómenos meteorológicos no conoce límites, de lo que dan fe un par de espectaculares fotografías que traigo a esta nueva entrada de la bitácora. Una de las mayores demostraciones de fuerza de la Naturaleza es, sin lugar a dudas, la erupción de un volcán, especialmente cuando es explosiva y lanza con violencia a la atmósfera una gran cantidad de materiales, formado un penacho de dimensiones colosales.

Recientemente, los tripulantes de la Estación Espacial Internacional, desde su privilegiada posición –a casi 400 kilómetros de altura–, lograban captar estas impresionantes fotografías de la pluma de un volcán a vista de pájaro. La erupción tenía lugar en una remota isla rusa del Norte del Pacífico.

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Impresiona ver, por un lado, el enorme agujero en la capa de nubes, a través del cuál se ha abierto paso el penacho. Dicho boquete lo ha provocado la propia onda expansiva generada por la explosión inicial del volcán. A través del agujero emerge con ímpetu la gigantesca columna de gases ardientes, humo y cenizas, que al ir ganando altura y enfriarse ha provocado la condensación del vapor de agua en su parte superior.

El resultado es una espectacular formación nubosa en forma de huevo, moldeada por los fuertes vientos que soplan en los niveles altos de la atmósfera. La presencia de una inversión térmica favoreció, seguramente, la aparición de esa nube, que en Meteorología identificaríamos con un pileus, y que vista desde abajo adquiere el aspecto de un sombrero o montera que corona en este caso el penacho y en otros muchos los propios torreones nubosos (cúmulos y cumulonimbos).

Las columnas de materiales volcánicos alcanzan con facilidad la alta troposfera (8-10 km de altura) y a menudo logran penetrar de lleno en la estratosfera, dispersándose en esta capa muy eficazmente las partículas, debido a los intensos vientos que soplan en ella. Las grandes erupciones logran inyectar tal cantidad de esos aerosoles a los niveles estratosféricos, que se forma un velo de partículas que llega a formar un anillo en torno al planeta, provocando un enfriamiento significativo a escala global. Numerosos cambios climáticos a lo largo de la historia han sido debidos a la actividad volcánica, si bien estos cambios no son duraderos en el tiempo, ya que poco a poco esos materiales van depositándose sobre la superficie terrestre.

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Predicciones estacionales

En nuestro afán por conocer el tiempo que va a hacer, nuestra exigencia –la del ciudadano– cada vez es mayor, a pesar de las limitaciones inherentes a la predicción científica del tiempo. Los pronósticos meteorológicos se enfrentan en la actualidad a dos importantes retos; por un lado, prever en el corto plazo, con mayor resolución espacial, los fenómenos severos, como las fuertes granizadas o las lluvias torrenciales. Los entornos sinópticos en los que se producen este tipo de episodios suelen anticiparse con acierto, pero no así los lugares concretos donde los elementos meteorológicos desatan toda su ira, ni la intensidad y persistencia final alcanzada por los mismos. La modelización numérica a pequeña escala es enormemente compleja, dadas las numerosas simplificaciones que deben introducirse en los cálculos.

El segundo gran reto es el de las predicciones a largo plazo. Sabemos, desde la década de 1960, que la naturaleza caótica de la atmósfera pone límites a la predictibilidad, y extender un pronóstico más allá de 6-7 días está condenado al fracaso. A veces, la propia evolución atmosférica empieza a desviarse bastante de la evolución prevista por los modelos a partir del segundo y tercer día (48 y 72 horas respectivamente), lo que da idea de la complejidad del problema al que nos enfrentamos y convierte en poco menos que imposible cualquier intento por predecir el tiempo a varios meses vista. A pesar de la dificultad, son varios los centros de investigación meteorológica en todo el mundo que vienen desarrollando desde hace años predicciones estacionales, que cada vez se dan más conocer, a pesar de no ser operativas.

¿Cómo será este verano de 2009 en España? Ante la demanda social que comentábamos, la propia AEMET (Agencia Estatal de Meteorología), a través de su portavoz, Ángel Rivera, convocaba una rueda de prensa un par de días antes de la entrada oficial del verano (astronómico) y daba a conocer, a grandes rasgos, lo que podemos esperar de la estación entrante. Su información la basó principalmente en la predicción estacional generada por el Centro Europeo de Predicción a Medio Plazo (conocido por sus siglas en inglés, ECMWF). Pongo a continuación los 2 mapas de tendencias para el verano del citado ECMWF, tanto la del comportamiento previsto de la temperatura como la de la precipitación:

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A la vista del primer mapa, tendremos algo más calor de lo normal (la normalidad viene marcada por la media climatológica de un período de al menos 30 años), en el Noroeste (NW) de la Península, también en el NE y en buena parte del área mediterránea. Respecto al mapa de abajo, el de las tendencias de la precipitación, aparece un ligero déficit de lluvias en el Cantábrico Occidental y el Pirineo Aragonés, y por encima de la media (zonas azules) en la Meseta Sur y algunos puntos del Sureste, lo que podría ser interpretado como actividad tormentosa superior a la normal por esas zonas.

Una predicción estacional como ésta no podemos “leerla” de igual manera que un pronóstico para el día siguiente. Aparte de eso, la gran variabilidad que caracteriza la dinámica atmosférica en el ámbito europeo, impide, a día de hoy, disponer de una predicción estacional fiable en nuestro entorno geográfico. En el continente americano funcionan mejor, debido a la mayor señal de dos importantes “marcadores climáticos” (El Niño y La Niña). Su señal es mucho más débil en Europa, de ahí que siga siendo bastante difícil de prever el tipo de tiempo que finalmente acontezca. De lo que sí que estamos razonablemente seguros es del tiempo que tendremos este fin de semana, que de forma sintética les resumo a continuación:

El SÁBADO remitirá la actividad tormentosa que tendremos hoy viernes por el NE, y lo más destacado será el repunte de las temperaturas máximas en la mayoría de regiones. Será únicamente en el área mediterránea y en Canarias, donde se mantengan parecidas, sin cambios significativos. En cuanto al estado del cielo, tendremos algunos intervalos de nubes medias altas por amplias zonas del territorio peninsular, siendo más abundantes por el NW, donde se irán cubriendo los cielos en su totalidad. Al final del día tendremos algunas lluvias débiles por Galicia, que ya de madrugada podrían alcanzar otros puntos del cuadrante NW. Los cielos más despejados serán los de la mitad sur, Baleares y Canarias, con mayor sensación de bochorno que la jornada precedente. Predominio de vientos de componente Oeste en la Península y también en zonas altas de Canarias, donde alcanzarán rachas fuertes a muy fuertes.

El DOMINGO la presencia de nubes en los cielos peninsulares será mayor, debido a la llegada de un frente atlántico que dejará chubascos principalmente en Galicia, al Oeste de Asturias y al Norte y Oeste de León, aunque la posibilidad de ellos se extenderá a todo el Oeste de Castilla y León, Norte de Extremadura y zonas montañosas de la mitad occidental, donde irán creciendo nubes según avance la jornada. El tiempo más tranquilo lo tendremos en el otro extremo de la Península, por el Mediterráneo, donde sólo esperamos la presencia de algunas nubes altas y medias en los cielos y algo más de calor al mediodía. Las temperaturas bajarán entre ligera y moderadamente por la mitad Oeste de la Península, manteniéndose parecidas en la franja central y en Canarias.

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Abanico de posibilidades

Ya han transcurrido más de 3 semanas desde el accidente del vuelo 447 de Air France, caído en aguas del Atlántico. A la espera de que se logre rescatar alguna de las 2 cajas negras del avión –lo que está difícil– se sigue especulando sobre las verdaderas causas que provocaron el siniestro. Todo apunta a una combinación de algún tipo de error instrumental con el vuelo en una zona de tormentas muy peligrosa, en la que los pilotos se vieron inmersos, sin apenas capacidad de maniobra.

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Mi buen amigo, el meteorólogo Francisco Martín León, ha ido traduciendo del inglés el análisis más detallado, disponible en Internet, sobre las posibles causas meteorológicas del accidente. Dicha información se la debemos al meteorólogo de Weather Graphics, Tim Vasquez, y en ella exponen los pros y los contras de las distintas hipótesis que se han barajado hasta la fecha sobre la causa meteorológica del accidente. Transcribo a continuación algunos de los comentarios de Tim, eliminando las partes más técnicas e intercalando algunos comentarios míos adicionales. La versión completa puede consultarse en la siguiente dirección: http://www.meteored.com/ram/5444/vuelo-447-de-air-france-un-detallado-analisis-meteorologico/

Turbulencia – A fecha 4 de junio de 2009, todavía considero –escribe Tim– la turbulencia  como uno de los primeros factores a tener en cuenta. (…) Las corrientes aéreas ascendentes, particularmente si son fuertes, pueden formar lo qué se refieren como “regiones” de débil eco; y esto puede crear áreas altamente turbulentas que no son perceptibles en el radar. (…) Vale la pena considerar que los períodos acumulativos de la travesía de turbulencia  intensa a través del grupo de tormentas  pudieron haber causado el daño interno de menor importancia que progresó en cierta manera en una emergencia.

Engelamiento – Con una temperatura del nivel de vuelo de -40º C, sugerida por la proximidad del sondeo, el A330 habría estado volando sobre todo en hielo menudo, hielos granulado y hielo fino. Sin embargo descuidé increíblemente mencionar la contribución del calor latente, que sumergiría al avión en el aire de -36º C al cruzar  por encima de una corriente aérea ascendente. (…) Esta temperatura de -36 º C representa la temperatura máxima absoluta que  puede esperarse en FL350 (…).

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Impacto de un rayo – Esta fue la primera hipótesis que salió publicada en la prensa.  Debido a los altos topes nubosos y al nivel de congelación a 16.000 pies, había precipitación extensa por proceso de lluvia fría y es probable que el SCM estuviera electrificado. En principio, un avión está preparado para recibir en pleno vuelo una descarga eléctrica, sin que se vean afectados de forma importante los instrumentos de abordo o la propia armadura del avión, al actuar ésta como una jaula de Faraday. La hipótesis del impacto de un rayo ha perdido fuerza, aunque no puede descartarse al 100%.

Precipitación – Un apagado de los motores duales debido a la ingestión de precipitación o de hielo es una posibilidad significativa (…). Debido al contenido elevado de vapor de agua  en las zonas tropicales, las masas nubosas pueden contener valores excepcionalmente elevados de agua precipitable. El avión, si el nivel de vuelo era FL350, experimentaba temperaturas entre de -41 y -36 ºC. El agua sometida a sobrefusión se considera excepcionalmente rara o insignificante para temperaturas  por debajo de los -30 ºC, pero si ocurre puede contribuir a la formación de hielo en la armadura del avión y en el motor.

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Granizo – Tim, por su experiencia en vuelos por las regiones ecuatoriales no cree que el granizo pueda llegar a provocar daños estructurales en vuelo a un avión, al menos en las condiciones de vuelo que presumiblemente sufrió el avión. Para ello, apunta el propio Tim Vasquez, se requeriría una inestabilidad fuerte, que  yo no estoy seguro de que la tengamos, no sólo para crecer piedras de granizo grandes en niveles altos desde el embrión inicial en  los niveles de vuelo FL200-250 hasta nivel de vuelo superior.

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Hundimiento cálido — Una teoría que ha surgido es que la aeronave encontró repentinamente un área de aire relativamente caliente, tanto como un cambio de temperatura desde  los -40º C a los -20º C, que expone repentinamente al avión a aire con diversa densidad, cambiando su posición en la envolvente del vuelo y concebiblemente causando una pérdida de control. Tal calentamiento no es posible en las corrientes aéreas ascendentes que Air France 447 encontró (…), pero podría ser causado por un hundimiento del aire estratosférico alrededor de los márgenes de la tormenta. Este efecto de conoce desde hace décadas, ocurriendo a gran  escala (muchos centenares de millas), pero existen algunos informes que hablan de hundimientos cálidos a escala locales (decenas de millas), con contrastes de temperatura lo bastante fuertes  como para tener un efecto sobre las operaciones del vuelo. En un trabajo publicado hace 30 años, se propuso un mecanismo que explicaba como el movimiento de hundimiento troposférico  superior ocurre debido a una cierta clase de circulación forzada causada por los topes de tormentas y  que el avión lo encontraría en el aire claro alrededor de la periferia de la tormenta.

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La Meteorología a través del tiempo

El verano es la época del año en la que dedicamos un mayor tiempo al ocio, al tomarnos en estas fechas el merecido descanso vacacional. De la amplísima oferta cultural que podemos encontrar por toda la geografía española, en el Museo de la Ciencia de Valladolid (Avda. de Salamanca s/n) hay una interesante exposición itinerante titulada: La Meteorología a través del tiempo. Permanecerá abierta hasta el 30 de agosto de 2009, de martes a domingo, de 10 a 19 h, ampliándose el horario de 11 a 21 h durante los meses de julio y agosto. Los lunes se mantendrá cerrada, excepto los festivos.

La muestra nos acerca al progresivo desarrollo del instrumental con el que se ha observado la atmósfera a lo largo de la historia. Es a un tiempo, reflejo del titánico esfuerzo de la humanidad por reducir su nivel de incertidumbre y un acercamiento a nuestra realidad cotidiana porque, no en vano, las predicciones meteorológicas y climatológicas determinan decisiones científicas, económicas y personales y han adquirido tanta importancia que de ellas se espera que sean capaces de prever el destino de nuestro planeta.

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Desde sus orígenes, el hombre ha mirado al cielo. Las primitivas actividades cotidianas como la caza, la recolección y la agricultura, estuvieron condicionadas por el tiempo atmosférico. Hoy en día,  la meteorología sigue teniendo un fuerte impacto en  la actividad humana, en especial, los fenómenos meteorológicos adversos. Las predicciones elaboradas por parte de los servicios meteorológicos contribuyen con éxito a salvar vidas y proteger bienes.

La observación meteorológica es el pilar fundamental sobre el que se sustentan la meteorología y sus ciencias afines. Los modelos numéricos de predicción, toman como partida el estado inicial de la atmósfera. Por ello es imprescindible una correcta observación a través de instrumentos y de personal cualificado. El estudio de las series temporales de observatorios meteorológicos, ha servido también para conocer mejor nuestro clima y confirmar el calentamiento global del planeta y el cambio climático.

En España, las primeras observaciones meteorológicas se remontan al siglo XVIII, pero habría que esperar hasta 1860, en que por Real Decreto, se creara la primera red de Observatorios.  Desde la creación del Instituto Central Meteorológico en 1887, pasando por el Instituto Nacional de Meteorología (INM), hasta la actual Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), son muchos los profesionales que con su dedicación y conocimientos han contribuido al desarrollo de la meteorología en España, y que actualmente hacen que AEMET sea uno de los Servicios Meteorológicos Nacionales de mayor prestigio europeo e internacional.

La muestra contiene numerosos instrumentos de observación, agrupados en función de la variable meteorológica que miden. Algunos de ellos pertenecen al primer cuarto del siglo XX, y por tanto, constituyen parte del patrimonio histórico del Servicio Meteorológico Español, actualmente AEMET.

Podemos ver un jardín meteorológico, o recinto en cuyo interior se ubican los sensores meteorológicos. Se muestran gran variedad de termómetros y aparatos registradores (termógrafos), higrómetros e higrógrafos, psicrómetros, termohigrógrafos, etc. Entre ellos destaca el termógrafo Short-Mason, de principios del siglo XX.

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Los anemómetros mostrados, de cazoletas, paletas o el singular de péndulo Daloz, permiten ver la variedad y originalidad del instrumental meteorológico. Los barómetros, barógrafos, altímetros, piranómetros, heliógrafos, actinógrafos y pluviómetros completan los aparatos convencionales de observación. Mención especial, por su originalidad, merecen los nefoscopios, que permitían medir la dirección y velocidad de las nubes, o los teodolitos,  que eran usados para determinar el viento en altura, realizando un seguimiento de globos piloto rellenos de hidrógeno. Actualmente estos aparatos están en desuso.

Se muestran también algunos de los primeros instrumentos para la observación automática que se instalaron en nuestros aeropuertos, como el transmisómetro, que realiza medidas de visibilidad en pista, o el ceilómetro, que realiza medidas de altura de las nubes. Existe también una estación meteorológica automática, una replica de un radar meteorológico, así como un moderno globo sonda, que al elevarse determina la temperatura, humedad y viento en las distintas capas de la atmósfera.

La muestra se completa con fondos bibliográficos singulares y de gran valor histórico, como cuadernos de observación, mapas manuscritos, libros y fotografías. Los teletipos y facsímiles que se pueden ver, permitían transmitir información codificada y mapas, aunque con la innovación tecnológica se dejaron de utilizar en la década de 1990.

Se incluyen dos audiovisuales, uno sobre las actividades y servicios que presta AEMET y otro sobre la clasificación de los distintos tipos de nubes. Como colofón a esta excelente exposición, se muestran las espectaculares fotografías finalistas del concurso organizado por la Asociación Meteorológica Española en 2008.

FUENTE: madri+d

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Verano astronómico

Este fin de semana cambiamos de estación. Según las precisas tablas de efemérides astronómicas, el solsticio de verano será este próximo domingo, produciéndose el inicio del verano astronómico ese día –21 de junio– a las 7:46 hora peninsular. La socorrida Wikipedia nos apunta que los solsticios son aquellos momentos del año en los que el Sol alcanza su máxima posición meridional o boreal. En el solsticio de verano del hemisferio Norte el Sol alcanza el cenit al mediodía sobre el Trópico de Cáncer y en el  de invierno hace lo propio sobre el Trópico de Capricornio. En los días de solsticio, la longitud del día (tiempo que transcurre entre el orto y el ocaso solar) y la altura del Sol al mediodía son máximas (en el solsticio de verano) y mínimas (en el solsticio de invierno) comparadas con cualquier otro día del año.

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El verano astronómico no coincide con el meteorológico, que en el Hemisferio Norte identificamos con el período de junio-julio-agosto, por ser el trimestre en el que se registra una mayor temperatura en su conjunto. Fuera de esos meses también podemos hablar a veces de tiempo veraniego, pues en mayo, septiembre o, incluso, en abril y octubre, no es raro encontrarnos con alguna semana en la que las condiciones meteorológicas apenas difieren de las que tenemos durante la canícula. Si consultamos las temperaturas máximas absolutas de los distintos meses del año en un observatorio cualquiera de España, nos daríamos cuenta de este hecho. Por ejemplo, en Zaragoza, la máxima absoluta de un mes de abril es de 34 ºC, registrados el 23-4-1871.

Calor con tormentas en algunas zonas es lo que nos deparará el tiempo durante este próximo fin de semana. Mañana SÁBADO, el calor será especialmente intenso por el centro-sur de la Península, con un repunte de las temperaturas máximas por el Suroeste, lo que hará que se alcancen los 40 ºC en el Bajo Guadalquivir. Volveremos a tener tormentas, aunque localizadas sobre todo en las montañas del extremo oriental de la Península y en Baleares. Dominarán los grandes claros en la mayoría de regiones, con cielos bastante nubosos a primeras horas por el área cantábrica, aunque con tendencia a irse despejando. Las temperaturas diurnas bajarán por el tercio oriental y Baleares, manteniéndose parecidas en el resto. Vientos destacados de componente Norte en el Valle del Ebro, NE de Cataluña y al norte de Baleares.

El DOMINGO, el panorama meteorológico se presenta parecido, con menos actividad tormentosa. Seguiremos bajo una situación parecida, aunque con los cielos más nubosos por el área pirenaica, donde esperamos algunas lluvias débiles y chubascos desde primeras horas. Por la tarde, podrá descargar alguna tormenta por la zona, así como en las montañas del SE. En el resto de territorio peninsular dominarán los cielos poco nubosos o despejados, tan sólo con algunas nubes de evolución diurna creciendo en las áreas de montaña. Las temperaturas no experimentarán cambios significativos, bajando ligeramente las máximas por zonas del interior de la Península, lo que no evitará que sigamos con calor. Los vientos de componente Norte alcanzarán rachas fuertes en las costas del NW de Galicia. Cierzo moderado en el Valle del Ebro y Tramontana en la Costa Brava.

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Huracanes en miniatura

El pasado 1 de junio comenzó oficialmente la temporada de huracanes, que no concluirá hasta finales del mes de noviembre. Según las estadísticas, la época de mayor actividad se localiza en el mes de septiembre, aunque cada temporada presenta sus propias particularidades. En esta de 2009, de momento no hay huracanes a la vista, aunque pronto empezará “la fiesta”, de lo que daremos cumplida cuenta en esta bitácora. Ya habrá tiempo de contar cosas sobre los ciclones tropicales, pues es un tema que da para mucho.

Hoy en esta entrada quiero centrarme en unas pequeñas borrascas con apariencia de huracán que se forman a veces en el Mediterráneo, y que en círculos meteorológicos han bautizado como “Medicanes”. El vocablo es una construcción hecha a partir de la fusión de 2 palabras: Mediterráneo y huracán, que en inglés, como seguramente sabrá, es hurricane. En base a su apariencia a través de las imágenes de satélite, un medicane podríamos identificarlo con un huracán propio del Mediterráneo. ¿Se forman huracanes en el Mediterráneo? La respuesta es no, ya que los huracanes son los ciclones tropicales que se forman en la cuenca atlántica, más concretamente en su parte tropical, por lo que un medicane no sería propiamente un huracán, pero se ha adoptado ese nombre porque presenta rasgos, más morfológicos que estructurales, que le asemejan a él. Haciendo uso de la terminología técnica podemos definir un medicane como una baja mesoscalar con apariencia de ciclón tropical que aparece a veces en la cuenca mediterránea.

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El alcance y la magnitud de los daños que en un momento dado puede provocar un medicane no son comparables a los que ocasiona un huracán caribeño, aunque entrañan peligro. Los medicanes, al igual que los huracanes, presentan un pequeño ojo en su centro, idéntico al de los huracanes. De igual manera, es en las paredes de ese ojo donde se alcanzan los vientos más intensos, que en el caso de estos miniciclones mediterráneos pueden rondar los 100 km/h. Aparte del viento, también son muy destacadas las lluvias torrenciales a las que pueden dar lugar.

Los medicanes fueron noticia de actualidad hace unos días, debido al desarrollo de una nueva metodología, por parte de unos investigadores de la Universidad de Baleares, que puede ayudar a mejorar la predicción de este tipo de estructuras ciclónicas tan singulares.

Según se citaba en una noticia publicada por SINC (Servicio de Información y Noticias Científicas), el estudio, recién publicado en la revista Tellus, Series A, demuestra que los análisis de la sensibilidad de la atmósfera son útiles para diseñar redes de observación “eficientes” desde Europa y estrategias que se adapten a eventos “especialmente peligrosos”. Los investigadores insisten en que “las áreas con baja densidad de medidas in situ, como el norte de África, el mar Mediterráneo y el NE del Atlántico, tienen un papel importante en la predicción de corto alcance de ciclones mediterráneos intensos”, señala Víctor Homar, uno de los autores de la investigación. Junto a Lorena Garcies, ha desarrollado una metodología que construye una climatología de sensibilidades atmosféricas “sin dependencia alguna de modelos numéricos de predicción”. Los investigadores aplicaron un cálculo estadístico de sensibilidades a una climatología de ciclones mediterráneos intensos y obtuvieron estimaciones más precisas de sensibilidad de la atmósfera real.

Con este método, los científicos son capaces de mejorar la predicción de la evolución y el impacto de los ciclones entre 48 y 24 horas antes de su formación completa. La temperatura y la velocidad del viento son también factores importantes para la predicción del fenómeno de alto impacto.

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